Románico erótico.

La Iglesia
 
 
Los templos como centro social
 
 Las iglesias en la Edad Media no son únicamente los lugares donde se va a oír misa; son centros de una gran importancia: aquí se concentra la vida social de la comunidad, en los templos es donde se discute el precio de los productos del campo y del ganado, o el precio de los productos artesanos, o donde se llegan a acuerdos comerciales, o sobre temas de la vida cotidiana.
 
 
San Pedro de Cervatos
(fuente:A.García Omedes, San Pedro de Cervatos, Internet)
 
 
Los templos como centro lúdico
 
También los templos son centros de diversión.
 
La Fiesta de los Locos era una celebración que consistía en una procesión que se formaba en el templo y recorría las calles de la localidad haciendo mofa de las autoridades. La comitiva solía acompañarse del Carro del Triunfo de Baco, tirado por un hombre y una mujer semejando centauros y muchas veces desnudos, y gentes simulando a los dioses paganos de la Antigüedad Clásica romana y griega, igualmente ligeros de ropa. En otra versión de la Fiesta de los Locos, dos muchachos, vueltos de espaldas, nos enseñan el culo.
 
De la Fiesta del Asno cuenta Fulcanelli, citando a Witkowski, cómo “el bajorrelieve de los capiteles de las grandes columnas [de Notre-Dame de París] reproduce una procesión satírica, en la que vemos un cerdito, portador de un acetre, seguido de asnos revestidos con hábitos sacerdotales, y de monos provistos de diversos atributos de la religión, así como una zorra encerrada en una urna. Es la Procesión de la Zorra o la Fiesta del Asno” (2).
 
El Risus Paschalis o “risa pascual” era un rito que se hacía en toda Europa, en el que el día de la Resurrección el sacerdote contaba relatos obscenos a sus feligreses, y finalmente se masturbaba delante de ellos o simulaba un coito. En todos los casos, acababa enseñándoles el culo y sus órganos genitales. El Risus Paschalis aún pervivía en Alemania a comienzos del siglo XX. Se trata de un rito ancestral de celebración de la llegada de la primavera (se asimila la resurrección de Jesucristo con la resurrección de la Naturaleza), un canto a la alegría, a la naturalidad del sexo y a la fertilidad. Ritos similares los había en la Roma y Grecia clásicas y en el Egipto faraónico. Tras el Risus Paschalis está la creencia de que la alegría y el sexo no ofenden a Dios, sino que son una forma de acercarnos a él.
 
Todas estas fiestas se acompañaban de bailes, canciones obscenas y gestos de fuerte contenido sexual.
 
Especialmente en las zonas rurales –más alejadas de los centros de poder- por las tardes los lugareños se libraban a danzas y canciones delante de  la iglesia. Ya en el 692, el Sínodo Trulano II prohíbe estas prácticas, especialmente si las realizan las mujeres. No hay que insistir en que los campesinos hicieron poco caso a estas ordenanzas.
 
Aunque el trazado de los templos sigue un esquema de cuadrado –el cuerpo del templo, simbolizando lo terrenal- más un semicírculo –la cabecera del templo, representando  lo celestial-, para Freud las iglesias son “los edificios que más a menudo simbolizan en los sueños el aparato genital de la mujer” (3).  
 

 
 
La Fiesta del Asno
 
 
El papado
 
Antes de la reforma de Gregorio VII (1073-1085), la elección del papa dependía o bien del emperador alemán o de la aristocracia romana, según la correlación de fuerzas de cada momento.
 
A modo de ejemplo, señalemos que Enrique III de Alemania depuso a tres papas y nombró a otro, a comienzos del siglo XI. En cuanto a la aristocracia romana, el caso más incalificable fue el de Marozia, amante del papa Sergio III y madre del papa Juan XI, a comienzos del siglo X.
 
Si era necesario, la persona elegida (aunque fuera un laico) recibía en un solo día todas las dignidades eclesiásticas para ser papa. Este fue el caso de León VIII en el siglo X, y el de muchos otros.
 
Es conveniente hacer un repaso de qué clase de gentes eran los papas en los primeros siglos de la Edad Media:
 
-      En el siglo IX
·         Sergio II: consiguió cantidades fabulosas de dinero con la simonía o venta de cargos eclesiásticos. Hizo obispo a su hermano, que era un auténtico facineroso. Nombrado por la nobleza romana, tuvo que enfrentarse a otro papa elegido por votación popular.
·         Adriano II: su padre era obispo. Él mismo tenía esposa e hijos. Un papa nombrado por otra facción y de nombre Anastasio asesinó a la mujer y a la hija de Adriano II.
·         Juan VIII: fue una gran militar antes que persona religiosa, pues combatió a los musulmanes y a otros príncipes italianos. Tuvo que huir de Italia, al sentirse en peligro. Y tenía razón: murió envenenado por su propia familia; como tardaba en morir, lo remataron a martillazos. Posiblemente era una mujer: la papisa Juana.
·         Marino I: era hijo de un sacerdote; murió envenenado.
·         Bonifacio VI: elegido papa a pesar de ser un auténtico indeseable.
·         Esteban VI: murió asesinado en prisión, encarcelado por sus enemigos que nombraron otro papa en sustitución. Mandó desenterrar a un papa anterior, lo juzgó en el llamado “Concilio cadavérico” y arrastró su cadáver por toda Roma.
 
-      En el siglo X:
           ·         Durante buena parte del siglo X, Teodora la Mayor y sus dos hijas, Teodora la Joven y Marozia, eran quienes realmente mandaban en el Vaticano. Teodora la Mayor hizo elegir papa a Sergio III, quien ya había asesinado a los dos papas precedentes. Con posterioridad, la misma Teodora puso en el trono de Roma a Juan X, quien moriría asesinado por orden de Marozia, que seguramente era su hija. Esta mujer también asesinó a los dos papas que le sucedieron: León VI y Esteban VII. Finalmente, Marozia consiguió que el hijo que había tenido con el papa Sergio III fuera nombrado papa con el nombre de Juan XI. Este periodo se conoce como la pornocracia.  
 
 
Retrato de Marozia
 
·         León VII: murió en la cama…. mientras hacía el amor.
·         Juan XII: hijo de un rico noble romano que le “compró” el cargo de papa cuando tenía 17 años y ninguna formación religiosa. Era un personaje al que sólo le interesaban las orgías, la caza y el juego. Fue asesinado por un marido que le sorprendió en la cama con su mujer; según otras fuentes, murió de apoplejía en pleno acto sexual.
·         León VIII: era un laico que recibió todas las prerrogativas para ser papa en un solo día, tras un Sínodo que depuso a Juan XII. Murió mientras hacía el amor.
·         Benedicto VI: murió asesinado en la cárcel.
·         Juan XIV: Encarcelado por el papa que le sustituyó, Bonifacio VII, le dejaron morir de hambre o envenenaron en  la cárcel.
·         Bonifacio VII: en una ocasión huyó de Roma con todo el tesoro de la Iglesia. Fue asesinado y su cadáver desnudo fue arrastrado por las calles de Roma.
·         Juan XV: hijo de un sacerdote.
·         Gregorio V: nombrado a instancias del emperador alemán. Como la aristocracia romana nombrase a otro papa, las tropas alemanas invadieron Roma, lo capturaron, le arrancaron los ojos, las orejas y la nariz y lo pasearon por las calles de Roma montado del revés sobre un asno.
 
-      En el siglo XI.
        ·         Clemente II: cobraba un impuesto a las prostitutas de Roma. Cuando la prostituta moría, la Iglesia se quedaba con la mitad de sus posesiones
·         Benedicto VIII: decretó que los hijos de los sacerdotes tendrían que seguir la carrera eclesiástica, para que no se perdieran los bienes de la Iglesia.
·         Juan XIX: hermano del anterior, aunque era un laico, compró, como era norma, en un solo día todas las prerrogativas para ser papa. Se distinguió por los grandes negocios que hizo con la simonía o venta de cargos eclesiásticos.
·         Benedicto IX: fue aún más lejos en el tema de la simonía que su predecesor. Tenía 14 años cuando su padre –que era hermano de los dos papas que le habían precedido- compró la silla de San Pedro para su hijo. Las grandes orgías fueron otro rasgo distintivo de su papado.
·         Gregorio V: compró el cargo de papa a Benedicto IX por 1.500 libras de oro
 
Y en los siglos siguientes, pese a la reforma de Gregorio VII, las cosas variaron poco en muchos papas, como fue el caso de Juan XXII (siglo XIV), que había tenido 200 amantes cuando era cardenal y fue asesinado por el marido de una amante, cuando los encontró en la cama haciendo el amor.
 
En efecto, Gregorio VII (1073-1085) siguió la política reformista iniciada por León IX (1049-1054). Se propuso liquidar las prácticas de nicolaísmo o concubinato de los clérigos, y de simonía o compra de cargos eclesiásticos. Una de sus primeras medidas fue que los papas fueran elegidos por los cardenales, canalizando así  las luchas entre los centros de poder hacia formas menos violentas; también, se daba una imagen al exterior más espiritual, pues no en vano se decía que era el propio Espíritu Santo quien inspiraba la elección del nuevo papa.
 
Gregorio VII se valió de los cluniacenses para llevar sus reformas por toda Europa. La orden de Cluny se extendió rápidamente y sirvió de punto de apoyo para que los legados pontificios tuvieran un peso decisivo en cada país, por encima de los obispos y de los reyes o nobles.  
 
 
Arzobispo predicando
 
 
Cuando el movimiento cluniacense dio síntomas de agotamiento, se crearon nuevas órdenes en los siglos XII y XIII: cistercienses, dominicos, franciscanos… También ayudaron en este sentido las Universidades, que se crean por esta época con fuerte vinculación a Roma. Y hemos de añadir las Órdenes Militares, que tienen su origen en las Cruzadas o en la guerra que en la Península Ibérica se libra contra los musulmanes. Destacaremos a la Orden de los Templarios, que llega a alcanzar un poder económico desconocido hasta la fecha, y que dio un gran prestigio al papado –de quien dependía directamente-, hasta que por sus desviaciones ideológicas, con unas creencias cada vez más alejadas de la ortodoxia cristiana, fueron salvajemente aniquilados.
 
 
 
Las simonías
 
La simonía es el venta o compra de cargos eclesiásticos, pero también se extendió a otros ámbitos como fueron la adquisición de sacramentos o el perdón de pecados (por lo tanto, el ir al cielo tenía un precio) o el librarse de la excomunión.
 
La simonía fue considerada como absolutamente normal y aceptable por la religión cristiana hasta la reforma eclesiástica del siglo XII. Las prácticas simoníacas aparecen en los documentos de distintas épocas con toda naturalidad.
 
Conocemos casos como los de Simeón de Burgos y Munio de Oca, en el siglo XI, que se enriquecieron con estas prácticas. En los siglos X y XI el cargo de obispo de Quimper y de Nantes (Francia) se transmitía de padres a hijos. El conde Wifredo de Cerdeña colocó como obispos a 4 de sus hijos en Girona, Urgell, Elma y Narbona. En general, los obispos y abades eran nombrados por la nobleza feudal pagando el dinero que hiciera falta.
 
Había un catálogo de precios para cualquier tipo de pecado. Hasta el asesinato podía perdonarse ante Dios pagando la cantidad correspondiente. “Según Eduard Fuchs, la absolución por jurar en falso costaba en Alemania 6 grossi (el equivalente a unos 90 marcos de hoy); la venta de cargos, 8 grossi; hurto y robo se castigaban de acuerdo con el monto del botín y, además, había que donar una parte del botín sustraído  a la Iglesia si se quería tener el derecho a quedarse con el resto, el asesinato tenía, asimismo, una tarifa diferenciada, costaba más caro si la víctima era una clérigo; el aborto también estaba penalizado pecunariamente, lo mismo que el incesto. (…) Era más caro violar a una mujer que venía de la iglesia que a otra que iba” (4).
 
 
Compra de cargos eclesiásticos
 
 
 
La Iglesia en la Península Ibérica
 
Uno de los objetivos de Gregorio VII era sustituir el rito mozárabe (que venían de la época
visigótica) por el rito romano. La penetración de los cluniacenses, sobretodo a través del Camino de Santiago, y una amenaza de excomunión a Alfonso VI de Castilla en 1080 fueron razones muy poderosas para conseguir el objetivo propuesto.
 
Y es que el clero hispano se resistía con uñas y dientes a instaurar el rito romano. Nuestros clérigos sabían que tras estos cambios vendrían las presiones para que abandonasen a sus barraganas y vivieran en castidad, así como que sería ya imposible dar en herencia a sus hijos los bienes de la Iglesia. Una muestra del ambiente que se vivía es que, a pesar de todas las órdenes que  venían de Roma, Fernando III el Santo permitía que los clérigos de Guadalajara dejaran a sus hijos como herederos de los bienes que en realidad eran de la Iglesia (se supone que este permiso era general y evidencia que la práctica de la barraganía seguía en pie en el siglo XIII).
 
Nuestros clérigos estaban preocupados poco por las cosas del espíritu y se centraban más en la vida cotidiana. La inmensa mayoría eran unos incultos y analfabetos totales. Como podemos ver en la literatura medieval de la época, su afán era acumular riquezas y vivir con su barragana y sus hijos. Dependían a todos los efectos del señor feudal y eran nombrados y destituídos por éste; incluso eran sometidos a castigos corporales si en algún momento el señor feudal lo consideraba oportuno.
 
Una “invasión” de clérigos franceses en monasterios y puestos clave de la Iglesia hispana acabaron para siempre con el rito mozárabe. A partir del siglo XII los cistercienses continuaron con la labor iniciada con los cluniacenses.