La crisis del reino de León
 
 
La crisis política
 
 
La primera crisis se origina en Galicia, cuando el conde de la Traba reclama los derechos hereditarios del infante Alfonso y trata de independizarse de León nombrándole rey de Galicia. Como respuesta, en 1110 Alfonso el Batallador entra en el territorio gallego y derrota a las tropas del de la Traba en Monterroso.
 
Las malas relaciones institucionales entre los esposos se traducen en malas relaciones personales. Se produce casi una ruptura en el matrimonio. Urraca se marcha al monasterio de Sahagún, desde donde sigue manteniendo sus relaciones amorosas con el conde de Condespina. Por otra parte, como Alfonso el Batallador estaba colocando a su gente de confianza en los puestos clave de la administración de Castilla y León, Urraca reacciona comprando el apoyo de algunos nobles aragoneses y avivando la animadversión de los nobles castellanos hacia el rey. De esta manera, Urraca “atrajo a algunos nobles de Aragón, los cuales el rey había desterrado, y les hizo partícipes de su amistad, y todos el secreto de su pecho abrió al abad [de Sahagún] rogándole mucho que con su propia mano en su nombre escribiese cartas a los nobles y a los que estaban en los castillos y guarniciones, y se las enviase por manera que fuesen avisados que se guardasen del rey de Aragón hasta tanto que ello retornase a darles nuevos mandamientos” (1). El Batallador entonces detiene a Urraca y la encarcela en tierras de Teruel, para, a continuación, tomar las ciudades que le eran hostiles: Palencia, Burgos, Osma, Orense y Toledo.
 
 Tanto en Toledo como en Sahagún destituye a las máximas autoridades religiosas.  En 1111 expulsa al abad de Sahagún Domingo, y coloca a su hermano Ramiro (el futuro rey Ramiro el monje de Aragón) al frente del monasterio; un mes más tarde expulsa al arzobispo de Toledo, Bernardo.
 
 
Alfonso VI de León
 
 La reina es liberada de su encarcelamiento y se refugia en el castillo de Candespina, en Fresno de Cantespina, Segovia. En 1111 tiene lugar una batalla en la que Alfonso el Batallador, apoyado por  los condes de Portugal, derrota a los partidarios de Urraca. Los portugueses eran aliados de los aragoneses, que trataban de sacar el máximo provecho de la crisis:
 
“El rey don Alfonso [VI], de noble memoria, estando en vida, de una manceba, aunque bien noble, había engendrado una hija llamada Teresa, la cual la había juntado en matrimonio a un conde llamado Enrique, que venía de la noble y real sangre de Francia; el cual en cuanto el rey don Alfonso [VI] vió, noblemente derrotó a los moros guerreando contra ellos, por lo cual el dicho rey le dio, con su hija de casamiento, a Coimbra y a la provincia de Portugal, que son fronteras con los moros, en las cuales con el ejercicio guerrero muy noblemente engrandeció su caballería; pero pocos días antes de que el rey finalizase de vivir, no sé por qué, partió enfadado del lado el rey, y por esta causa, cuando el rey iba a morir y disponía la sucesión del reino, este conde no estaba presente, por lo cual a causa del enfado, traspasó los montes Pirineos para pedir ayuda a los franceses, con los cuales, bien armados , por la fuerza iba a pretender el reino de España. Y como la flaqueza humana está sujeta a varios y diversos acontecimientos, acaeció una desdicha, que fue preso y puesto en prisión; pero Dios, teniendo compasión, de las prisiones le sacó en el tiempo en que el rey de Aragón, dándole su fe, le prometió que él, en unión con él, con todas sus fuerzas contra la reina guerrearía, con esta condición: que todo aquello que del reino de la reina ganasen, fuese partido por  la  mitad entre los dos; y así juntaron una gran hueste y marcharon para Sepúlveda; lo cual como lo oyese el noble llamado Gómez, el cual en aquella sazón moraba en Burgos con la reina, con unos cuantos soldados en el campo de Espina fue contra ellos; y por cuanto sin consejo, con pocas fuerzas, así como dijimos, acometió gran y difícil cosa, peleando fuertemente murió en la batalla, la cual cuando acabó la victoria en la batalla, marcharon para Sepúlveda”. (1)
 
A continuación, se rompe la alianza entre los portugueses y el Batallador, pues Enrique de Borgoña pretendía quedarse con Toledo, a lo que el aragonés no accedió. Urraca busca la alianza de su hermana y cuñado:  “Y allí, como morasen los nobles que estaban con la reina, enviaron embajadores al conde Enrique a que le dijesen que injustamente hacía  contra la reina y los nobles suyos apartándose de ellos y aliándose al tirano y su enemigo; mas le rogaron que se apartara del rey de Aragón y que se pasase a su campo, y ellos hablarían con la reina para que con él dividiese el reino con suerte fraterna, y esto él debería hacer con toda la voluntad acordándose de toda la amistad y compañía de ellos, y él sería capitán de ellos y príncipe del ejército. Las cuales cosas oídas, en conde Enrique, tenido consejo con los suyos, casi como quien va a visitar sus heredades, se apartó del rey, y habiendo hablado con el poderoso Fernán García, llegó al castillo llamado Monzón, donde la reina entonces estaba, y el sobredicho pacto confirmó”.
 
Seguidamente, las tropas de los portugueses y de Urraca sitian al Batallador en Peñafiel: “lo cual cuando fue manifestado [el pacto entre Urraca y los portugueses] por cierto mensajero al rey [Alfonso el Batallador], salió de Sepúlveda, y fue al castillo muy fortificado por la naturaleza llamado de Peñafiel; y los hombres que moraban más allá del río Duero y son llamados vulgarmente pardos, en aquel tiempo seguían y ayudaban al rey de Aragón; pero la reina y el conde Enrique, con mucha gente de a pie y de a caballo, cercaron el dicho castillo de Peñafiel, y por cuanto, como ya dijimos, la naturaleza lo fortificó y no se podía tomar con facilidad, el ejército de la gente de armas que estaba alrededor, a hierro y fuego destruyó y todo lo que pudo robó” (1)
 
Pero el pacto con los portugueses se resiente cuando está claro que lo que ellos pretenden es quedarse con la mitad del reino de Urraca:
 
“Y estando en esto, doña Teresa, mujer del conde don Enrique, hija del rey don Alfonso, que había quedado en Coimbra, vino al lugar, y después de poco días comenzó a incitar al marido, diciéndole que  primero se debía partir el reino según habían quedado, y después deberían echar al rey; decía aún más: gran engaño parece que por honor y reino de otro trabajar vos con los vuestros y sudar para derrotar al destructor. Entre otras cosas, como es costumbre en las lenguas lisonjeras,  la dicha mujer del conde era llamada ya reina por sus domésticos y caballeros, lo cual oyéndolo la reina muy mal le sabía, mayormente como se veía abandonada y desamparada de la compañía de varón, y a su hermana verla en todo lo alto con la compañía de varón; y como la división del reino fuese planteada, llamado ocultamente un consejero del rey que tenía de nombre Castaño, habló con él con confianza y así levantaron el cerco partieron y para Palencia se vinieron, y nobles y prudentes varones de una y otra parte comenzaron a partir y dividir el reino por igual suerte, en la cual división, entre todas las otras cosas, bajo la suerte del conde cayó Zamora, que es ciudad muy abastecida, y también su castillo, que tiene el nombre del río, llamado Seya, el cual luego fue entregados a manos del conde. Acabadas estas cosas, establecieron que la reina con su hermana Teresa se fuesen para León y el conde se fue a tomar Zamora con los caballeros de la reina, a los cuales sus caballeros mandó secretamente que no diesen  la ciudad al conde; y la reina ya había mandado a los ciudadanos de Palencia que viniendo el rey de Aragón que le abriesen las puertas, pues ya había enviado por él a Fernan García, y todo esto se hacía ocultamente y la reina otrosí se marchó a la villa de Sahagún; e igualmente mandó a los burgueses que abriesen al rey las puertas, pues ya los porteros de la villa y las puertas los burgueses habían quitado del poder del abad, de manera que si el abad o alguno de los monjes quisiese salir o entrar, debajo de la cadena había de pasar como un labrador; otrosí cortaban madera del monte, para hacer las torres más altas, sin licencia del abad, y aún que no se estuvieran haciendo sin hacérselo saber. Y la reina fue luego a León dejando a su hermana en Sahagún; y un día, ni sabiéndolo el abad ni los monjes, el rey [Alfonso el Batallador] entró en la villa y mandó a los suyos que persiguiesen a la mujer de don Enrique, la cual oyendo que venían había ya huido, por lo cual no la pudieron coger." (1)
 
 
 
 Urraca aprovecha el  momento para reconciliarse con Alfonso el Batallador, y los condes de Portugal han de regresar a sus tierras. La reconciliación matrimonial dura poco, pues Urraca acepta ante la nobleza gallega que su hijo Alfonso sea proclamado rey de Galicia en 1111. A finales de este año, las tropas gallegas de Diego Gelmírez y del conde de Traba toman Lugo, ciudad favorable al Batallador, pero son derrotados por el aragonés en Viandangos. Así lo explica la “Historia Compostelana”: “Pero, como en la ciudad de Lugo había algunos que, venidos de diversas partes, sostenían con necia presunción la injusticia del tirano aragonés, los cuales por cierto eran unos malvados ladrones, homicidas, transgresores, adúlteros, fornicarios, raptores sangrientos de los bienes de los pobres, violadores de iglesias, que por sus nefandas atrocidades estaban temiendo las pernas y tormentos merecidos, pareció conveniente al obispo, al conde y demás príncipes que, antes de emprender otro negocio, fuese sometida la ciudad a la obediencia del rey, expurgándola de todos los criminales. Dirigiéndose, pues, a la ciudad, enviaron antes embajadores a los lucenses, requiriéndoles, o que entregasen al ciudad al rey, o que (si les fuese posible) se preparasen para la defensa. Ellos, al oír tan terrible embajada, y ver que el ejército marchaba sobre ellos, prefirieron entregar al rey la ciudad antes que hacer contra su señor natural cosa que desagradase a su voluntad”. (2)
 
Al año siguiente, el enfrentamiento entre los esposos tiene como escenario Astorga y Carrión de los Condes. Las tropas leales a Urraca, encabezadas por su amante Pedro de Lara, toman Sahagún, Carrión y Burgos.
 
En 1113 se alza Segovia a favor del aragonés; todas las villas segovianas y del reino de Toledo apoyan a Alfonso el Batallador.
 
Es el momento en que Roma declara la nulidad del matrimonio y excomulga a los partidarios castellanoleoneses de Alfonso el Batallador. “Como la reina morase en Leon, y el honrado arzobispo don Bernardo, ya susodicho, tuviese las veces apostólicas y conversase entonces con todos los otros barones nobles de Sahagún, recibió carta de la sede apostólica enviada a él, la cual contenía que debía herir con el cuchillo de la maldición al rey y a la reina por el juntamiento de matrimonio no lícito ni debido, la cual cosa él cumplió muy sabiamente, presentes el obispo de León y el obispo de Oviedo;  la cual sentencia de excomunión la sobredicha reina pacientemente sufrió, por cuanto tenía la ocasión para separarse de su marido, lo cual ella deseaba; y venida al arzobispo, puso sus manos entre las suyas de él, prometiendo que en adelante no volvería a su juntamiento.” (1)
 
Finalmente, Alfonso el Batallador repudia a Urraca en 1114 y vuelve a sus reinos. El pretexto para la ruptura definitiva fue una advertencia de Teresa diciéndole que su hermana pretendía envenenarlo. Teresa “envió al rey un mensajero preparado para que se esquivase y se guardase de la reina, su hermana, por cuanto se disponía a quererlo matar con hierbas, por lo cual él gozoso porque tenía justa causa para echarla de su lado, y por lo tanto contó a todos los nobles que estaban presentes la querella de su muerte” (1).  Las rebeliones burguesas pierden a su principal aliado.
 
 
Una batalla medieval
 
La situación es aprovechada desde Galicia, donde tanto el conde de Traba como Diego Gelmírez pretenden la independencia del territorio en torno a Alfonso, hijo de Urraca. Urraca sitia Santiago de Compostela. Mientras se está pactando la paz, la población se subleva y Urraca, caída en un lodazal en su huída, es desnudada y humillada por la población. Diego Gelmírez huye disfrazado de mendigo. A continuación, la reina  sitia de nuevo Santiago y cuando toma la ciudad la somete a una terrible represión.
 
En 1116 Urraca se hace con la villa de Sahagún.
 
En 1117 por el pacto de Tambre, reconoce a su hijo Alfonso como sucesor. En 1120, nuevamente se ha de enfrentar al conde de Traba, apoyado por los condes de Portugal y Diego Gelmírez, que cae preso, aunque Alfonso Raimundez y el conde de Traba lo liberan al poco.
 
A Urraca no le acompañó la paz hasta su muerte en 1126. Fallece por las complicaciones de un parto. Tenía 44 años y había sido la primera reina que tuvo España. Una de sus cualidades fue el convivir con la persona que amaba en cada momento de su vida, cualidad notable para una mujer de su época. Uno de sus amantes más nombrado fue el conde Pedro González de Lara, quien, según Jerónimo de Zurita, en sus Crónicas Antiguas:
“nunca perdonó en su mismo honor ni hizo diferencia  de los maridos a los adúlteros, pensó en casar con ella, y poníase muy delante en los negocios de todo el reino, presumiendo de mandar y vedar como absoluto señor. Por ella ni se podía sujetar no a su afición ni a la ajena”.
 
Con el conde Pedro González la reina Urraca tuvo dos hijos, a los que hay que sumar otros dos de otros padres fuera del matrimonio católico.
 
 
 
 
Notas
 
 1 -Crónicas Anónimas de Sahagún. El texto se ha traducido al castellano actual para facilitar su comprensión, MGM
2- Historia Compostelana. Texto traducido del latín, citado en Reyna Pastor de Togneri, Conflictos sociales y estancamiento económico en la España medieval, ed. Ariel quincenal.