La lucha de los pageses de remença.
 
La sociedad feudal catalana en la Baja Edad Media
 
 
A partir del siglo XI lo que eran administradores de los castillos y las tierras del Conde de Barcelona se apoderaron de estos bienes y se convirtieron en señores feudales, con dominio absoluto sobre estas posesiones. Así se constituye definitivamente la nobleza feudal catalana y se forman los grandes patrimonios de la Iglesia. Es lo que se ha conocido como “revolución feudal”, y que tuvo lugar entre los años 1000 y 1050.
 
Los señores feudales en Catalunya obligan a los campesinos –hasta entonces libres- a entregar una parte de la cosecha y una serie de obligaciones, como trabajar en los terrenos del noble, participar como soldados en los conflictos que pudiera tener su señor y construir sus castillos. El campesino quedaba unido a la tierra y no se podía ir de ella sin pagar una “redención” (de ahí el nombre de campesinos ‘de remença’, de redención).  Cuando se vende una masía, en el lote van incluidos las tierras, los inmuebles, los animales y las personas que la habitan y trabajan.
 
La remença trataba de evitar que el campesino emigrara a las nuevas tierras reconquistadas a los musulmanes o a las ciudades, donde los campesinos no estaban sometidos a las vejaciones de que eran objeto más al norte del Llobregat (la conocida como “Catalunya Vella”). Desde mediados del siglo XII a mediados del siglo XIII la situación de los remensas ya era la habitual en estas zonas.
 
El campesino remença estaba sometido a la justicia inapelable de su señor, a los “malos usos” y al “ius malectractandi” o derecho a maltratar. Los hijos del campesino también quedaban ligados a la tierra; el heredero permanecería en la masía y los otros hijos se repartirían por otras masías. El campesino no podía vender sus inmuebles y si moría sin testamento, una tercera parte iba a parar a manos del señor: la mujer e hijas podían hacer de criadas del señor si éste lo decidía, aunque la humillación más odiada era el derecho de pernada (“ius prima nocte”), por que el señor se podía acostar con la novia en la primera noche de bodas, y que se describe en la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486): "La noche de bodas, que la mujer será echada en la cama y [el señor] pasará por encima de aquella la dicha mujer". En cualquier caso, el siervo necesitaba el permiso de su señor para casarse (o el permiso al padre para casar a sus hijas), por lo cual debía pagar un tributo que recibía diversos nombres según el país (Merchet en Inglaterra y Gales, Formariage en Francia. Firma de Spoli en Catalunya…)
 

Los malos usos fueron básicamente de seis tipos: remensa, intestia, exorquia, cugucia, arcia y firma de spoli; los cuatro primeros estaba regulados por escrito y los dos últimos por la costumbre.
 
-              “Remença. Era la cantidad que percibía el señor por dejar marchar libremente al campesino de la masía
-              Intestia. Era el derecho por el cual el señor recibía una tercera pare de los bienes del campesino que no hacía testamento
-              Cugucia. Era el derecho que tenía el señor sobre los bienes de la campesina adúltera
-              Exorquia. Era el derecho por el cual el señor recibía una tercera parte de la herencia de un campesino que no tenía descendencia.
-              Arcia. Era la indemnización que el campesino había de pagar al señor en caso de incendio fortuito de sus tierras.
-              Firma de espolio violenta. Importe que percibía el señor por autorizar al campesino a hipotecar una parte de sus bienes.”  (1)
 
Además, se pagaban unos tributos (censos) por el monopolio que el señor feudal tenía de ciertos servicios: la reparación de las herramientas en la forja, la molienda de los cereales en los molinos, la fabricación del pan en los hornos, la compraventa de productos en el mercado, los recursos de los bosques (madera, bellotas…)
 
En el siglo XII esta situación de hecho se convirtió en situación de derecho tras la promulgación del código de los Usatges. La Peste Negra del siglo XIV empeoró aún más la situación de los campesinos, debido a que los señores querían compensar la caída de los ingresos con la sobreexplotación de sus siervos: los precios de la redención se dispararon. 
 
La situación de los remensas se justificaba desde el plano ideológico: estos campesinos serían los descendientes de aquellos que en tiempos de Carlomagno, cuando trató de librar a Catalunya de los musulmanes, no se sublevaron en apoyo al rey francés y por eso, en castigo, ahora estaban en una situación tan precaria.
 
En 1200, el rey convocó en Barcelona una asamblea de Pau i Treva a los señores laicos y eclesiásticos del país. Aquí quedó claro que esta institución no amparaba a los campesinos de remença, pues exceptuaba a ”los hombres propios, a los que se permite a sus señores apresarlos en los caminos”.
 
Las cortes de Cervera de 1202 reconocieron en derecho feudal de maltratar a sus siervos o quedarse con sus pertenencias. Este “derecho a maltratar” era el derecho al maltrato físico –latigazos, torturas e incluso la amputación de miembros o la muerte en la horca-, a la humillación pública –poner al campesino bajo un yugo, afeitarle la barba o amenazas de mutilarlos-, al encarcelamiento sin juicio previo y a la confiscación de bienes. De estas Cortes formaban parte los arzobispos de Tarragona y Narbona. Un texto de estas Cortes dice “que si los señores maltratasen a sus campesinos o les cogiesen bienes, tanto si se encuentran en paz y tregua como si no, de ninguna forma pueda intervenir el rey señor en nada, si no se trata de un feudo del señor o de lugares de la Iglesia”.
 
 
 
 

“Els Costums de la Diócesi de Girona, redactados a finales del siglo XIV y principios del siglo XV, permitían a los señores retener a sus tenientes con cadenas, troncos o en prisión.” (2)
 
 La iglesia incluso llegó a prohibir en el Concilio de Tarragona de 1370 que los remensas pudieran tomar órdenes religiosas o que pudieran estar protegidos por los oficiales reales.
 
A mediados del siglo XIII el canónigo de Barcelona Pere Albert hizo una compilación jurídica con sus “Costumbres generales de Catalunya entre los señores y los vasallos los castillos y otros feudos y señores”. En el capítulo 35 deja las cosas muy claras: “Si el hijo es campesino se sirve de dos maneras en Catalunya, pues en una que se llama Catalunya Vella (Obispado de Girona, casi medio obispado de Barcelona y a mayor parte del obispado de Vic) sus hijos son hombres de su señor y no pueden contraer matrimonio y salir de la masía si no se han redimido previamente y si toman matrimonio el señor tiene parte del esponsalicio. Pero en aquella parte de Catalunya más allá del Llobregat que desde tiempos del conde Ramon Berenguer se conoce como la Catalunya Nova, si los hijos de los campesinos ni los caballeros son hombres del señor de sus padres”. La Catalunya Nova comprendería “todas las tierras situadas más allá del río Llobregat, hacia el oeste”, en las que “los hijos de los campesinos no pertenecen a aquellos señores que tuvieron a sus padres como sus hombres (…) ya que todos los campesino sólidos, si abandonan sus heredades, pueden irse donde quieran, del mismo modo que sus hijos”. No obstante, también hubo zonas donde los remensas eran mayoritarios en la Catalunya Nova: en el Penedés y en el Segrià, así como referencias a este tipo de servidumbre en el Monasterio de Santes Creus relativas a sus posesiones en diversas comarcas de la actual provincia de Tarragona.
 
Las Cortes de Barcelona de 1283 promulgaron la constitución “En les terres o llocs” que de nuevo identificaba una zona de servidumbre y otra de libertad (las llamadas Catalunya Nova y Catalunya Vella).
 
Con el cambio de dinastía en el siglo XV, los señores provechan la ocasión para aprobar constituciones antirremensas, como la de las Cortes de Barcelona de 1413, en la que Fernando de Antequera reconoce el derecho de los señores de no aplicar la “Pau i Treva” (Paz y Tregua) a los campesinos que abandonase a sus amos y que pudieran ser apresados en los caminos o expulsar a los que hubieran invadido las tierras de los ‘masos rónecs’ (masías abandonadas como consecuencia de la Peste Negra). La institución de ‘Pau i Treva’ había sido creada por el abad Oliva en el siglo XI y obligada a unos días de tregua a la semana (así se enfriaba un poco las tensas relaciones entre los distintos señores feudales, obligándoles a unos días de paz), y también se disponía de un espacio “sagrado” en torno a los edificios eclesiásticos que actuaba de refugio de los perseguidos. Quien violaba la ‘Pau i Treva’ quedaba excomulgado.
 
Las Cortes de Tortosa de 1430, realizadas bajo Alfonso el Magnánimo (1416-1458) declaran que “los campesinos han de continuar viviendo como lo habían hecho siempre y que no tenían derecho a proclamar su libertad” y que habían de continuar pagando los mismos derechos que pagaban antes de la “injusta demanda de libertad”. Aquí se afirma que “los hombres se distinguen y se diferencian entre ellos por la ley humana que procede de la razón natural. Algunos eran libres y otros eran esclavos. Entre los libres, algunos estaban ligados a restricciones como la redención o la adscripción a la tierra. Las exacciones como los malos usos eran contrarias a la libertad natural, pero habían sido sancionadas por las leyes del reino y estas leyes habían llevado hasta entonces prosperidad y honor a la nación catalana”. (2)
 
En las tierras de dominio eclesiástico o real la opresión era algo menor que en las tierras de los nobles. Freedman cita algunos refranes, que aún se decían a comienzos del siglo XX, como: “los campesinos de los curas se hacen siempre ricos”, o “en tierra de señorío, ni siembres no hagas un río”. No obstante, a finales del siglo XIV, en plena crisis, las diferencias entre los distintos tipos de propietarios eran imperceptibles: la opresión era insoportable en todos los casos.
 
EL precio de la redención varió según las circunstancias. Fue fijo hasta la Peste Negra de 1348 el de las mujeres que se casaban: 2 sueldos y 8 denarios. El precio medio de las redenciones en algunas zonas de Girona se dobló  de 1348-1400 respecto a 1300-1348: pasó de 64,6 sueldos a 132,8 sueldos; en la zona de Bagà se pasó de 38,2 sueldos a 122,2 sueldos; de esta forma, los señores consiguieron que las redenciones fueran escasas después de 1348.
 
 
Tenemos como ejemplo el caso de Gisclareny: “en el siglo XIII y la primera mitad del XIV aparecen documentados un matrimonio de Gisclareny con sus hijos (1294) y una chica sola de Gisclareny (1312) que se redimen del barón de Pinós por 50 sueldos y 20 sueldos respectivamente; Ponç Pelós de Mururols que lo hace del caballero de Murcurols por 60 sueldos (1313); un hombre de Mulnell (1320) y una muchacha de Vilella (1255) que lo hacen del abad de Sant Llorenç por 50 sueldos y y 18 sueldos respectivamente. Después de la peste aparecen dos hombres que se redimen del barón de Pinòs: uno de Gisclareny por 240 sueldos (1358) y otro de Turbians en 1421 por 6 florines (72 sueldos), y también un hombre de Gresolet que se redime de los señores de Faia por 100 sueldos (1348) y otros de Vilella en 1391 por 5 florines (60 sueldos).” (1)
 
En estos siglos los campesinos representan el 90% de la población. También en las ciudades había campesinos que cultivaban las tierras de los alrededores. Del total del campesinos, el 25% era remença (o, lo que es lo mismo, casi el 25% de la población catalana vivía en situación de servidumbre remença).
 
Entre los campesinos los hubo con más o menos poder económico, lo cual explica la que hubiese una facción más radical (Pere Joan Sala) y otra más conservadora (Francesc de Verntallat) entre los remensas. Un estudio de Antoni Sanz sobre la Vall d’Aro (actual provincia de Girona) revela que el 50% de los campesinos  trabajaban terrenos pequeños de menos de 30 vessanas ( 1 vessana = 1/5 hectáreas, es decir, poca tierra), lo que representaba el 11,5% del total de las tierras; el 30% tenían como mínimo 91 vessanas (2,1 Hectáreas, es decir, suficiente tierra). El caso 40% restante, con algo más de a mitad del total de la tierra, estaba entre esos dos extremos.
 
 
LA POBLACION
 
Durante el siglo XIII se puede decir que Catalunya tenía una población elevada. El siglo acabó con unos 500.000 habitantes, la cifra más alta conseguida en la Edad Media. Se cultivaba cualquier terreno y la producción del campo era suficiente. Barcelona tendría entre 25-35.000 habitantes y otras ciudades como Lleida, Tortosa o Perpiñán no llegaban a los 10.000.
 
 
Pero en el siglo XIV estalla la crisis demográfica con la Peste Negra de 1348 y sus rebrotes, que se reprodujeron durante más de un siglo (especialmente graves son los de 1410, 1429, 1439, 1448, 1465-66, 1476, 1483, 1486, 1493-94 y 1497), a lo que hay que añadir la emigración del campo a la ciudad, con lo que la superficie cultivada disminuyó sensiblemente, y con ella los ingresos de los señores feudales. Ninguna clase social se escapó de la peste: basten como ejemplos que en 1348 murieron casi todos los oficiales reales y los notarios del Rosellón y la Cerdaña, el gobernador de Mallorca y muchos miembros del Consell de Cent barcelonés.
 
Una serie de malas cosechas en las primeras décadas del siglo XIV empeoraron la situación. Antes de la Peste Negra, ya el año 1333 se consideró como ‘el mal año primero’ y las hambres ya se habían cobrado a un 5% de la población antes de 1348. La Peste Negra acabaría con el 20% de  la población.
 
La población de Catalunya pasó de 100.000 fuegos (‘fogatges’) equivalentes a unos 450.000 habitantes en 1365-1370, a unos 60.000 fuegos equivalentes a 270.000 habitantes a finales del siglo XIV. Es una baja del 40%. Y la caída de población –a pesar de que hubo algún repunte de crecimiento - continuó durante todo el siglo XV, hasta llegar a un 50%.
 
Este comportamiento negativo se diferencia del resto de Europa, donde la recuperación de la población se observa ya en el siglo XV. En Catalunya influyó, aparte de la crisis económica, las guerras civiles (muertos en batalla y emigrados a otras zonas). La recuperación se inició en el siglo XVI y no se alcanzaron los niveles anteriores a la Peste Negra hasta el siglo XVIII.
 
En cuanto a la composición social, la nobleza laica y eclesiástica representa el 5% de la población, mientras que el 90% eran campesinos y el otro 5% son habitantes de las ciudades con diversos oficios.
 
 
 
 
 
 
 
 
NACE LA GENERALITAT
 
En palabras de Tuñón de Lara, “la junta de diputados que se reunía en Cataluña desde fines del siglo XIII, una vez que se clausuraban unas Cortes, con un carácter transitorio y con una finalidad fiscalizadora, se convirtió en 1359, a raíz de la reunión de las Cortes en Cervera, en una institución permanente, la Diputación del General de Cataluña o Generalitat. Organismo de composición variable, estaba integrado por una representación de los tres brazos, más tres oidores de cuentas. Poco a poco, la institución citada adquirió una gran relevancia, hasta el punto de ser considerada como la representación permanente de Cataluña. Paralelamente, fue incorporando atribuciones de la más variada índole, incluida  la vigilancia del fiel cumplimiento de las leyes, la interpretación de las dudas surgidas acerca de las disposiciones emanadas de las cortes e incluso el mantenimiento de la paz pública. La Diputación del General terminó como recaudador de tributos propios y mantener una hueste”. (3)
 
 
 
LA ECONOMIA
 
ANTECEDENTES DE LA CRISIS
 
En la primera mitad del siglo XIV, Catalunya tenía problemas de presión demográfica, lo mismo que en el resto de la Península y en otras muchas partes de Europa.  Seguramente son síntomas de que el feudalismo había entrado en crisis, pues ya no era capaz de producir los alimentos que la población necesitaba; había habido otros momentos de escasez de trigo en Europa, pero en el siglo XIV el problema se hace particularmente serio.
 
Todo el continente estaba atravesando problemas de hambre desde las primeras décadas del siglo XIV. En la segunda mitad de este siglo Europa entró en una fase de crisis económica, que cortó la tendencia alcista y expansiva que se había vivido en siglos anteriores: caída demográfica debido a la Peste Negra y las hambres y caída de la actividad económica y financiera. La producción agraria entra en declive debido a la falta de mano de obra. Además, los turcos en Oriente están arrebatando mercados que hasta ahora los monopolizaban los europeos. “Los países y las ciudades que han podido tesaurizar las riquezas del buen momento de la economía medieval se salvaron de la ruina gracias a su potencialidad financiera y al círculo de clientes que habían podido conquistar antes, entre los cuales muchos príncipes de Occidente. Este fue sensiblemente el caso de las grandes ciudades italianas, sobretodo Florencia, Venecia y Génova. En Catalunya, la crisis económica, que estalla sobre un grave desequilibrio social, provocó una guerra civil que había de devorar los últimos recursos del país.” (4)
 
Castilla aligeró un poco el peso demográfico con la conquista de Andalucía en el siglo XIII, pero la repoblación de las nuevas zonas se produjo demasiado bruscamente, dejando sin recursos humanos suficientes a las zonas del norte; de eso se queja, por ejemplo, el cabildo de Segovia a finales del siglo XIII. A ello hay que añadir los efectos de la Peste Negra, para entender que la crisis castellana era muy seria desde el siglo XIII.
 
Catalunya aguantó bien hasta mediados del siglo XIV. La Peste Negra vino precedida de momentos críticos, como las hambres del año 1333 (‘lo mal any primer’, el mal año primero). Los años 1333-1334 hubo hambre terrible en toda la Corona de Aragón, en la que murieron muchos miles de las personas con menos recursos; en Barcelona hubo unos 10.000 muertos de hambre. La escasez de trigo y cebada se había vivido en 1310-1314 y 1324-1329, a lo que hay que añadir que los sistemas de aprovisionamiento tenían muchos defectos.
 
La Peste Negra de 1348 y sus rebrotes produjeron un descenso de población notable en todo el continente. 
  

 
 
 
 
 
LA CRISIS ECONOMICA
 
De 1340 a 1380 se produjo un alza de precios debido a la caída de la producción que originó la Peste Negra.  La crisis traería “una disminución de la reserva monetaria, disminución debida al atesoramiento, a lo naufragios, al desgaste de la moneda, que no habría sido compensada suficientemente con la llegada de los nuevos lingotes y dinero exótico. Dicha disminución de la reserva había acarreado una baja de los precios, porque ésta sería la característica de la época, baja que habría producido a su vez, deflación y depresión, y por ende un “giro de coyuntura”” (5). El precio del trigo se duplicó en Barcelona en 1375 e igualmente fue muy alto en 1390. El descenso del consumo fue radical. Hubo carestías importantes en 1351, 1355-59, 1367, 1374-1375, 1385, 1389, 1393-1405, 1416, 1422, 1424-1427, 1429-1430, 1435, 1438-1442, 1444, 1446-1447, 1475, etc.
 
Los salarios descendieron entre un 15% y un 20% de 1380 a 1388, especialmente en el sector textil, pues los paños bajaron sensiblemente de precio.
 
De 1380 a 1420/30 hubo un periodo deflacionario (de caída de precios), lo que traía como consecuencia la reducción de beneficios.
 
Hubo unos años de esperanza en la década 1420-1430, con los precios un tanto estables, buenos niveles de producción de cereales y buena actividad comercial. La situación internacional estaba mejorando. Se mantenían las rutas comerciales con Alejandría y Rodas en Oriente y con Flandes en el Norte; el mercado de esclavos alcanzó niveles importantes en Barcelona en 1440-1442; los comerciantes catalanes recuperaron hasta un 25% del mercado de paños de Tolosa en 1445 (en 1432 la cuota de mercado era del 5%)…
 
Pero para Catalunya ya había síntomas de que esto no iba a durar mucho: pérdida del mercado de especias del sur de Francia, pérdidas de cuota de mercado de los textiles catalanes en Sicilia, fugas de moneda…  A los problemas crecientes de la piratería mediterránea, hay que añadir la ruptura de relaciones comerciales con Tunez (1431), Flandes (1443) y Egipto (1445), mientras que el comercio marsellés se expandía a costa del catalán.
 
Se recurrió a nuevas medidas proteccionistas, como las de la constitución “Havents a  cor”, promulgadas por la reina-lugarteniente (especie de virrey de Catalunya) María en las Cortes de 1422, que prohíben las importaciones de “todos los tejidos extranjeros de  lana de seda o de oro o de cualquier especie”, así como el proyecto de que la Generalitat subvencionara  una línea comercial permanente Barcelona-Brujas-Barcelona-Alejandría , pero hacia 1445-1455 la fase de depresión ya estaba muy clara, “caracterizada, según J. Vicens Vives, por una sensible baja de precios la atonía en los negocios, el descenso en las cifras comerciales y la ignorancia del puerto barcelonés como escala de las grandes rutas marítimas del Mediterráneo, además de una caída de la producción cerealística (trigo y cebada) perceptible ya desde 1435/40 (…). Para luchar contra la crisis, se procedió a devaluaciones monetarias que pretendían favorecer la exportación, pero estas medidas, perjudiciales para los rentistas, contribuyeron a dividir a la clase dirigente, sobretodo en Barcelona, lo que fue un preludio de la desastrosa guerra civil catalana de 1462-1472.” (6)  La reina María había dicho ya que las Cortes de 1440 que “el buen nombre de los catalanes que por el mundo era tenido en estima, hoy apenas se oye a Levante y a Poniente”.
 
Tras las guerra civil la situación económica empeora. De un lado, la piratería (genovesa, francesa, provenzal o africana) paraliza las actividades comerciales del puerto de Barcelona. La competencia extranjera desplaza de muchos mercados a los productos catalanes; incluso a Barcelona llegan muchos  productos franceses; se pierden los mercados en Italia  a costa de los genoveses y los vascos. “La ruina de los deudores de todo tipo a quienes los barceloneses habían prestado dinero desde hacía cincuenta años reduce a los rentistas a la miseria.  Los derechos señoriales se cobran mal. El dinero no circula. No se compra nada y la Lonja no trabaja. Ningún trabajo se encarga a los artesanos y éstos se van por familias enteras: desocupación y emigración. No sale ningún barco si no es para este éxodo. La ciudad se vacía.”  (7)
 
De 1481 a 1487 se conoce un nuevo ciclo depresivo. No es sólo debido al segundo levantamiento remença. “El comercio estaba paralizado por la falta de circulación de moneda; por la decadencia de la producción, la parada forzosa y la emigración de los artesanos; por el declive de la marina, que comportaba el desarrollo de la piratería enemiga; por la competencia extranjera, que producía mejores calidades a precios inferiores; por la fosilización de los créditos y del mercado de capitales. Barcelona perdía cada día habitantes, mientras el tráfico de su puerto decaía continuamente. El derecho del ‘periatge’ para el año 1483-1484, reportado al valor-oro de comienzos de siglo, es por primera vez inferior a 100.000 libras, cantidad pequeña, de tercer orden, teniendo en cuenta las sumas recogidas en momentos de prosperidad”. (4)
  
 
 
 
 
LA CRISIS DE LA INDUSTRIA TEXTIL
 
A finales del siglo XIII y comienzos del XIV la actividad textil en Catalunya tenía un alto nivel.  De 1308 datan las ordenanzas de los tejedores de lana de Barcelona, las más antiguas conocidas; el primer examen a maestro tejedor conocido se produce también en la capital catalana. Los principales centros productores fueron, además de Barcelona, Perpiñán y sus famosos “paños negros”, Tarrasa, Gerona, Puigcerdà y Vic. Gran parte de la producción se exportaba.
 
Como toda la actividad económica, la producción textil comienza su crisis en la segunda mitad del siglo XIV y entra de lleno en declive en el siglo XV.
 
 
 
 
LA CRISIS DE LA BANCA
 
En 1374-1375 se vivían en Barcelona años de penuria, que liquidó los pocos ahorros que podían tener las gentes menos pudientes y los ingresos señoriales estaban yendo a la baja. En 1381-1383 se produce la quiebra de los principales bancos privados de Barcelona, Girona y Perpiñán, tanto a causa de la crisis como de los empréstitos a la Corona para mantener la presencia internacional catalana en el Mediterráneo, cosa que se saldó sin éxito. “Los municipios (Barcelona sobre todo) y la Generalidad tenían dificultad para encontrar arrendadores para sus imposiciones” (6)
En 1401 se creó la Taula de Canvi (Mesa de Cambio), especie de banco municipal, para tratar de superar la crisis de los bancos privados, pero en 1468 a Taula hará suspensión de pagos, en plena guerra civil. En 1406 cerraba la banca de los Gualba, una de las más prestigiosas, señal de que la crisis económica no conseguía remontarse. Mitjà dice que en 1412 el pulso de la economía en Barcelona era apenas perceptible.
 
La competencia con Génova, muchas veces llevada al terreno de las armas en estas fechas, hizo adoptar medidas proteccionistas de los productos catalanes. “Empezó entonces la desorganización del sistema monetario catalán con prácticas especulativas y de atesoramiento que hacían desaparecer la moneda de plata circulante (los croats)” (6)
 
“En Barcelona, los porcentajes de los préstamos se han de elevar, a pesar de las prohibiciones, del 8 al 15 por ciento. En 1468 la Taula hará suspensión de pagos. En 1467 se constata que los florines de oro son aceptados oficialmente a 15 sueldos en lugar de ser admitidos a 13. Valdrán 16 sueldos con 8 dineros en 1472.  El rey, por su parte, emite “pacíficos” de oro a 18 sueldos, y reduce el contenido de la libra catalana de 4,02 a 3,24 gramos. Este contenido, en el último año de la guerra –punto culminante de desorden monetario-, caerá a 3,17, después a 3,04 y finalmente a 2,915 gramos.
 
“Los signos de ruina materiales en cuanto llega la paz, son múltiples. (…) Teniendo en cuenta la devaluación de la “moneda corriente”, el tráfico medio de estos tres años [1473-1477] representa sólo el 21% del tráfico medio de los tres años 1448-1451, el 6,1 por ciento del de 1432-1333, el 4,5 por ciento del tráfico de 1433-1434.
 
“En las mismas fechas se encuentra (…) la indicación fiscal más débil que haya conocido la población de Barcelona: 4.000 fuegos, alrededor de unos 20.000 habitantes.” (7)
 
 
 
LA CRISIS DEL COMERCIO
 
El comercio mantuvo un buen nivel a lo largo de todo el siglo XIV, tanto el local como el internacional. Es así que en 1398 Barcelona compró el castillo y la villa de Flix, con la finalidad de monopolizar el trigo de Aragón y del Urgell, que venía por el Ebro hasta Tortosa  y de ahí se comercializaba por toda Catalunya. A partir de ahora, el trigo llegaría por carretera desde Flix hasta Barcelona, acondicionando la carretera hasta Hospitalet de l’Infant.
 
También en el siglo XIV tienen lugar los grandes logros de los cartógrafos mallorquines –judíos en la mayoría de los casos-. Es el caso del “célebre Atlas catalán del rey de Francia Carlos V, con todos su alrededores europeos y africanos, hasta el país de los negros: el del polvo de oro” (5). Los astilleros de Barcelona siguieron siendo de los más importantes del Mediterráneo, teniendo que ampliarse a partir de 1378.
 
 “Más aún que en el siglo XIII, era auténticamente “mundial” la red de comercio abarcada por los barceloneses, mallorquines y valencianos: comprendía Bizancio y Pera, Quíos y Layas, Siria y Alejandría, Rodas, Chipre, Candía y Grecia (donde reinó en Atenas de 1311 a 1387 un príncipe de la casa de Barcelona), Nápoles, Sicilia y Cerdeña, Trípoli de Berbería y Túnez, Venecia, Pisa, Génova, Niza y Marsella, Aviñón, Arlés, Montpellier (…), todos los puertos del Langedoc y todos los de la Berbería central, de Bona a Honein y Taount, así como los de Marruecos, las ciudades granadinas de Almería y Málaga, las plazas castellanas de Cartagena y Sevilla, incluso las Canarias, y en las rutas atlánticas europeas los puertos de  Portugal, los de  las costas septentrionales del reino castellano y La Rochela, Brujas, Gante, Ypres, los puertos ingleses, etc. Los mercaderes súbditos de la Corona de Aragón tenían también relaciones comerciales con florentinos, lombardos y alemanes. A decir verdad, no estaba ausentes en ninguna parte.
 
“Este comercio continuaba apoyándose en las exportaciones, las importaciones y las reexportaciones. Había de todo: productos metalúrgicos, coral, platería, joyas, especias, paños, telas de lino, pero también vino, aceite, azafrán, arroz, ,frutos secos, naranjas, granadas, jabón, coles y finalmente trigo. Igualmente continuaban practicándose la trata y el comercio de esclavos, aunque sin que se pueda sostener –como han hecho algunos historiadores- que los catalanes desencadenaran después de la peste negra y más todavía a partir de 1380 “una ola de terrorismo pirata” a través de todo el Mediterráneo para procurarse mano de obra (…)
 
“Se dio un impulso al comercio en los últimos decenios del siglo XIV, cuando apareció en Barcelona el seguro marítimo; la transferencia de los riesgos del viaje al asegurador permitirá al capitalismo desarrollarse: una sola sociedad o incluso un solo individuo no vacilaron ya en poseer todo un cargamento e incluso en adquirir una gran construcción. Esta innovación enardeció a los mercaderes y a los armadores emprendedores. (Ch.-E.Dufourcq y otros, Historia económica y social de la España cristiana en la Edad Media, Eddiciones El Albir)
 
Podemos decir que la plenitud del comercio catalán se consiguió entre 1350 y 1450. “Parece indicarlo el número e importancia de las compañías dedicadas al gran comercio, la perfección técnica de los métodos mercantiles y financieros, la continuada actividad de las atarazanas, el volumen de los negocios bancarios y el esplendor cultural y artístico” (6). No obstante,  en la segunda mitad del siglo XV la crisis se hace sentir con fuerza. Hay que añadir un nuevo factor: la competencia del Imperio turco, que llega a dominar la parte  oriental del Mediterráneo, desplazando a sus competidores.
 
Al mismo tiempo, los comerciantes catalanes perdieron sus posiciones en Sevilla debido a las guerras de la Corona de Aragón con Castilla y con Génova. Los sustituyeron comerciantes genoveses, gracias a la alianza entre Castilla y Génova. Recordemos que Sevilla se convertiría en una plaza esencial en el comercio mundial, tras el descubrimiento de América.
 
 
 
NOTAS
 
1 -  (Eduard Martín, Una mirada sobre la historia de Gislcareny, Internet 2005)
2 -  (Paul H. Freedman, Els origens de la servitud pagesa a la Catalunya medieval, Eumo Editorial)
3 - (Manuel Tuñón de Lara y otros, Historia de España, Editorial Ámbito)
4 -  (Jaume Vicens Vives, Els trastàmares  (segle XV), Editorial Vicens Vives)
5 -  (Ch.-E.Dufourcq y otros, Historia económica y social de la España cristiana en la Edad Media, Eddiciones El Albir)
6 -  (Josep M Salrach y Anton M. Espadaler, La Corona de Aragón: plenitud y crisis, Historia 16).
7 - (Pierre Vilar, Catalunya dins l’Espanya moderna, Edicions 62)