La Fresneda


Del siglo XVI a nuestros días




Con la llegada de los Reyes Católicos en el siglo XV se refuerza el poder real. Una de sus medidas fue incorporar los Maestrazgos de las Órdenes Militares a la Corona. Con ello, a partir de 1485 la Orden de Calatrava en Aragón perdió su poder de antaño, que ahora se limitaba a administrar unos bienes que eran de titularidad real. Y en 1535 Carlos I suprimió la Encomienda Mayor de Alcañiz; de esta manera, las Órdenes Militares pasaron a ser meras fuentes de financiación para la monarquía. En lo que respecta a La Fresneda, ello supuso que el poder civil del Ayuntamiento ganaba terreno frente al poder de los calatravos, aunque la presión fiscal siguió siendo importante, pues la villa tuvo que contribuir a la financiación de las guerras que los monarcas españoles mantenían por toda Europa.


La Plaza Mayor y el Ayuntamiento en 1935. Dibujo de E. Julve

Gracias a esta disminución del poder de los calatravos, en esta época comienza una importante obra civil, que aún podemos admirar hoy día, como lo demuestra la construcción del Ayuntamiento en el siglo XVI y, a finales del siglo XVII, la ampliación de la iglesia “por quanto era pequeña para tal vecindad”.

En 1635 estalló la llamada Guerra dels Segadors. El motivo era el malestar producido entre la población catalana por los abusos de los soldados asentados en Catalunya en la guerra que se mantenía con la vecina Francia. La Generalitat pidió la ayuda del ejército francés. La Fresneda sufrió el asedio de las tropas francocatalanas en 1643, que saquearon varios pueblos de la comarca. Especialmente remarcable es el saqueo y bandidaje en Calaceite, frente al cual acudieron en defensa de esta localidad gentes de La Fresneda y Cretas, constituyendo a continuación una especie de mancomunidad con otros pueblos de la zona –entre ellos Valderrobres, Caspe, Maella, Mazaleón, Beceite- para defenderse del pillaje de aquellas tropas. También se ayudó a la población de Valderrobres a defenderse del ataque de los francocatalanes.

Mapa de 1611, hecho por Juan Bautista Labaña, con la parte oriental de la provincia de Teruel

En la Guerra de Sucesión, La Fresneda tomó  partido por el bando del archiduque austríaco, como la mayor parte de los territorios de la Corona de Aragón. Las tropas austriancistas ocuparon varios pueblos de la comarca, entre ellos La Fresneda, en 1706. Aquí se estableció el puesto de mando, a cargo del coronel Antonio Caraccioli. Las tropas del rey de España, Felipe V, contraatacaron en 1707 y ocuparon el Matarraña; de nuevo, en La Fresneda se fijó el puesto mando, esta vez con el sargento mayor del regimiento francés de Burk. La carga impositiva fue muy dura a los que perdieron esta guerra: “en el año 1714, La Fresneda estuvo, precisamente, amenazada de “execución militar” para satisfacer la contribución real de la guerra. Tuvo que acudir entonces la villa a un arrendador, D. Antonio Cascaxares, vecino de Calanda, para que adelantara la cantidad necesaria para su pago, debiendo en contrapartida  pagar La Fresneda y La Portellada –barrio de La Fresneda- al arrendador esa cantidad en especie (aceite y trigo). Considerando que con este contrato el beneficio del arrendador era excesivo, la villa acudió con la querella al arzobispo de Zaragoza, el cual falló que se pagaran los 100 ducados para gastos de guerra al rey, pero consideró roto el contrato con el ciudadano de Calanda en los términos establecidos en el mismo, aunque ordenó, sin embargo, aunque se le satisficiera a ese calandino lo que en justicia le correspondiera” (1)

En 1784 La Portellada se independiza como municipio. Hasta entonces había sido un barrio de La Fresneda. Sus habitantes tuvieron que pagar a la Tesorería Real un total de 738.750 maravedíes, tocándole a cada vecino un importe de 7.400 maravedíes.

En 1808 estalló la Guerra de la Independencia. En 1809 una parte del ejército francés que sitiaba Zaragoza se dirigió hacia el Matarraña y tomó Alcañiz. El gobernador de esta localidad, Vicente Bustamante, se dirigió a La Fresneda, donde estaban su mujer y un sobrino; fue confundido con un enemigo y finalmente brutalmente asesinado. Parece ser que el asesinato no se debió a motivos patrióticos sino que fue instigado por el Comendador de la Fresneda, que tiempo atrás había sido acusado de malversación de fondos.

La Iglesia del Pilar en 1935. Dibujo de E. Julve

Como el Gobierno Provisional español enviara un ejército de 6.000 hombres para defender la zona de la cuenca de los ríos Algars y Matarraña y la población no proporcionaba suficientes provisiones para sustentarlo, el 13 de enero de 1810 se presentó en La Fresneda el comandante Benito Pasis de Figueroa, arrestó al alcalde, al interventor y al escribano y se llegó todas las existencias de trigo que encontró en la Casa de la Encomienda. La situación aún empeoró más cuando el Gobierno Provisional obligó a que La Fresneda aportase 400 raciones de pan para las tropas.

La Constitución de Cádiz de 1812 vivió en La Fresneda una anécdota que nos cuentan Enrique Julve y Ovidio Cuella:

“Al proclamarse la Constitución de 1812 por las cortes de Cádiz, en plena guerra de la Independencia, varios comisionados fueron encargados de dar a conocerla a los diferentes pueblos y ciudades del país. En el mes de agosto del año 1813, llegó a La Fresneda el abogado D. Agustín Alegre con objeto de publicarla, reponer al alcalde anterior a la invasión francesa y poner paz y orden entre las distintas facciones políticas que dividían a los vecinos de la villa. A fin de que la publicación del Código gaditano se hiciera con todo el honor y pompa que ello requería, el municipio acordó el día 11 de dicho mes de agosto improvisar un gran retablo en la fachada principal de la Casa consistorial, colocando en ese retablo y bajo dosel de damasco, una imagen del rey Fernando VII, retenido por aquel entonces en Francia por Napoleón. Este retablo debía llevar guardia de honor y estar bien alumbrado, decidiendo el consistorio que los festejos por este acto debían durar tres días con sus noches.

La Fresneda a comienzos del siglo XX. Fuente: Miguel Caballú, 'La Fresneda Museo vivo' 

“Una vez construido el retablo y no hallando ninguna imagen del rey, el alcalde y concejales decidieron encargar a un pintor (que, circunstancialmente, se hallaba por estas fechas en la villa) el retoque de una imagen del cuadro de san Fernando que hallaron encasas de un vecino. Debidamente transformada la cara del santo y sus atributos de realeza para asemejarlos a los del rey y habiendo puesto además en una de sus manos la Constitución de Cádiz con una leyenda alusiva, el cuadro fue colocado en el retablo, siendo posteriormente paseado procesionalmente por toda la villa, con gran alborozo, durante los días de fiesta proclamados para la publicación de la Constitución, durante los cuales hubo una gran afluencia de forasteros. Un año después, cuando el rey Fernando VII, a su regreso a España, abolió la Constitución de Cádiz, declarándose rey absoluto, los mismos concejales hubieron de borrar de ese cuadro, depositado en el Consistorio, las inscripciones encomiásticas del Código gaditano grabadas en él. Viendo el dueño del lienzos que esas transformaciones pictóricas y otras que pudieran hacerse podían estropearlo irremediablemente, lo reclamó, apartándolo así de la vida pública.” (1)

Los pueblos de la zona también tenían que alimentar a los guerrilleros, que abundaban por la zona de Beceite, La Fresneda y Arnes, bajo el mando de Bernardo Borrás. En 1810 el dirigente guerrillero consiguió que el ayuntamiento de La Fresneda le pagase 200 duros.

Familia de La Fresneda hacia 1900. Fuente: Miguel Caballú, 'La Fresneda Museo vivo'
Durante la Primera Guerra Carlista, la comarca del Matarraña fue prácticamente ocupada por los carlistas en 1834, que establecieron su cuartel general en Beceite, con el general Cabrera al frente, aunque los isabelinos se hicieron fuertes en Valderrobres. En 1835 los carlistas tomaban Valderrobres y a continuación -aunque por poco tiempo- Calaceite. En 1836 Cabrera ordenaba fusilar en La Fresneda a los alcaldes de Valdealgorfa y Torrecilla, acusados de haber pasado información al enemigo sobre las posiciones carlistas; como represalia, los isabelinos fusilaron a la madre de Cabrera, que se hallaba presa en Tortosa, a lo que respondió el general carlista con el fusilamiento de cuatro mujeres de la zona que tenían algún parentesco con los isabelinos. Al poco enfermaba Cabrera y fue trasladado a Cantavieja, considerado como lugar más seguro. Finalmente, en 1839 las tropas de Cabrera eran obligadas a retirarse del Matarraña; a su marcha arrasaron el castillo, parte de las murallas y todos los puntos defensivos de La Fresneda, para que  no pudieran ser utilizados por sus enemigos: desaparecía así el castillo de origen árabe más emblemático del Matarraña.

En 1911 vio la luz el Centro Republicano de La Fresneda. En 1916 se creó el Centro Obrero, primero adherido al PSOE y luego  tomando orientación anarquista. La derecha se organizó en torno al Sindicato Católico Agrícola.

En 1931 el Centro Obrero era una organización de la CNT. EN 1933 su sede fue saqueada. Cuando Estalló la guerra civil, en La Fresneda se constituyó un Comité Revolucionario; se colectivizaron las tierras, se abolió la moneda estatal creando una moneda local. Al acabar la guerra, hubo una gran actividad guerrillera: por esta zona operaba la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA), que extendía su actividad desde Valencia a Cuenca.

Billetes impresos en La Fresneda durante la guerra civil 1936-1939. Fuente: Miguel Caballú, 'La Fresneda Museo vivo'
Después de la terrible postguerra, La Fresneda conoció el fenómeno de la emigración. En el censo de 2009 constaban 501 habitantes, la cuarta parte de los de 1910, que eran 1.915 personas. En 1920 La Fresneda alcanzó su máximo de población, con 2.008 habitantes, mientras que en 1930 eran de 1.609, a lo que siguió la debacle de la guerra civil y la posguerra, llegándose a los 1.214 habitantes en 1940 y a los 654 habitantes en 1970. En la actualidad La Fresneda vive de la agricultura y del turismo cultural y de la Naturaleza.





 NOTAS

(1) Enrique Julve y Ovidio Cuella, La villa de La Fresneda, ed. Ayuntamiento de La Fresneda