San Juan de Duero, Soria






Un poco de Historia

Durante los siglos VIII al X las tierras de Soria fueron un campo de disputa continua entre los reinos cristianos y los de al-Andalus, por lo que es muy posible que su población fuera escasa. Tras la descomposición del califato en los reinos de Taifas en el siglo XI, las tropas castellanas consolidaron sus posiciones en la zona noroccidental de la provincia. Finalmente, en tiempos de Alfonso I el Batallador y Urraca de Castilla, una vez conquistada Medinaceli (1124), Soria quedó incorporada a los reinos cristianos y comenzó su repoblación. 

Son los siglos XII y XIII momentos de gran esplendor y donde situamos el florecimiento del románico soriano. El Fuero de Soria recogió lo mejor de la tradición democrática castellana y se inspiró en el de Sepúlveda. Los Fueros fijaban las disposiciones que regulaban la vida local, otorgando una serie de derechos y obligaciones a sus habitantes.

El "claustro" de San Juan de Duero

También en esta época llegaron las órdenes militares, de los Hospitalarios, Templarios y Calatravos, en lo que parece ser la aplicación del testamento de Alfonso I. La tradición templaria de Soria es muy fuerte: existen al menos 15 enclaves en la provincia que llevan el sello del Temple; en la capital construyeron el monasterio de San Polo, muy cerca de San Juan de Duero, y su huella también es visible en la ermita de san Saturio, con su iglesia de nave octogonal. La nobleza soriana se organizó en torno a la institución de "los doce linajes", que perdurará hasta el siglo XIX, a imitación de la Tabla Redonda artúrica.

Pero a partir del siglo XIII Soria comenzó a perder población, debido a la emigración de gentes hacia el sur buscando mejorar sus condiciones de vida en tierras más fértiles. Con la expulsión de los judíos (siglo XV) y de los moriscos (siglo XVII) se acentuó la crisis soriana, como en tantas otras partes. El fin del comercio de la lana (exportación de lana merina a países europeos) fue otro aldabonazo en la vida económica y social de la ciudad, pues las tierras de Soria jugaban un importante papel en la Mesta castellana. Finalmente, el declive de Soria se acentuará a partir del siglo XX, con la emigración a los grandes centros industriales.


Interior de la iglesia


El lado positivo de esta situación multisecular es que el románico soriano  se ha mantenido a lo largo del tiempo, pues la provincia carecía de fuerza económica y demográfica para emprender la construcción de nuevos edificios que sustituyeran a los antiguos. 


Del románico de Soria destacan San Juan de Duero, la concatedral de San Pedro, la iglesia de Santo Domingo, la iglesia de San Juan de Rabanera y las ruinas de San Nicolás. También son de obligada visita otros lugares, como San Polo, San Saturio, Santa María la Mayor y El Salvador.

En el románico soriano influyeron los maestros de Santo Domingo de Silos (Burgos) -que dejaron su huella en las representaciones del bestiario medieval-, así como los maestros musulmanes pertenecientes a la población que permaneció en el territorio después de la ‘reconquista’ (los mudéjares) -con su impronta en la decoración geométrica- y los maestros franceses -cuya huella es visible en Santo Domingo. Por otra parte, la influencia cisterciense fue muy débil, a diferencia de otros muchos lugares de la mitad septentrional de España.