San Bartolomé de Ucero (Soria)



La ermita de San Bartolomé de Ucero

El templo tiene planta de cruz latina y ábside semicircular. La transición al gótico se nota más en el exterior, mientras que en el interior domina el románico, exceptuando la bóveda, que es gótica. Presenta la particularidad de que las capillas laterales son más bajas que la parte central de la nave; el motivo es facilitar que la entrada del sol en el solsticio de invierno dé en un grabado templario en el suelo de la capilla norte.

La arcada exterior es muy apuntada, con 6 arquivoltas y decoración muy sobria, como corresponde al estilo gótico. También en el exterior encontraremos una cantidad importante de canecillos con un alto significado simbólico; todos ellos (salvo un caso que tiene 7 y la serie que está encima de la portada, que tiene 10) van en grupos de 6, haciendo referencia, en numerología, al ciclo eterno del devenir a través de los procesos de muerte/resurrección.


San Bartolomé de Ucero

Fue construida en el siglo XIII por la Orden del Temple. Los canteros eran aquitanos, pertenecientes a la cofradía de constructores de los “Niños [Hijos] del Maestro Jacques” (Santiago), que en la actualidad aún sigue en funcionamiento con el nombre de “Compañeros Pasantes del Deber”. Así lo atestigua el crismón del ábside. Esta cofradía mantuvo estrechas relaciones con la Orden del Temple y participó en muchas construcciones templarias a lo largo del Camino de Santiago.

De época más reciente son una pequeña construcción adosada al norte y la fachada oeste, con su espadaña que cobija a una campana.



Plano de la ermita

La orientación del templo es de 66º. La nave mide 30 metros de largo por 11 metros de ancho, que se convierten en 21 metros en la zona de las capillas laterales. 

La ermita se levanta sobre una masa rocosa y sobre un plano inclinado, lo que parece indicar que sus constructores buscaban un lugar con unas condiciones especiales, pues es más fácil edificar sobre tierra llana (abundante en los alrededores) que sobre la dura roca y en un terreno en pendiente. Esta masa rocosa debió ser un altar prehistórico, que se debió convertir en un lugar de culto para las diversas sociedades que poblaron el Cañón de Río Lobos a lo largo de los siglos (celtas, romanos, visigodos, musulmanes, cristianos…).



En el solsticio de invierno, el sol entra por el pentágono invertido y va a parar a la loseta templaria

Este es un fenómeno lumínico conocido desde hace mucho por las gentes de la zona. La tradición señala que en el solsticio de invierno (entre el 20 y 23 de diciembre) el sol entra por el pentágono invertido meridional y va a dar en la loseta con una cruz templaria grabada, que está en el suelo a la entrada de la capilla de la Virgen de la Salud.

Es creencia popular que esta loseta templaria es una “piedra de la salud”, pues si nos colocamos sobre ella en el momento en que le da el sol en el solsticio de invierno sanamos de todo mal.

 De esta forma se pone de relieve el punto energético más importante de todo el templo, que para los templarios debió tener más significado que el propio altar mayor y que sería el eje de sus rituales.


La relación que tienen el sol con San Bartolomé de Ucero nos indica que este lugar sería el centro de un culto solar desde milenios atrás y que este culto aún lo mantenían las gentes de la Edad Media.

El sol ilumina la loseta templaria en el solsticio de invierno


Marcas de cantero


Son muy abundantes y diversas. En el libro de Ángel Almazán, "Guía templaria de San Bartolo en Río Lobos" encontramos los siguientes: