San Bartolomé de Ucero (Soria)



Los pentágonos invertidos

Los óculos con los pentágonos invertidos son quizá los elementos más emblemáticos de San Bartolomé. Ríos de tinta se han vertido sobre su significado, pues tiene un simbolismo muy potente. El pentáculo aparece inscrito en un círculo a modo de mandala budista/hinduísta. Son espacios sagrados en lo que el círculo nos lleva a las creencias en el ciclo eterno del Cosmos.


El pentágono de la zona sur

El pentágono aparece invertido. Nos está indicando que una serie de valores se han alterado. Si un pentágono en posición “normal” representa al hombre, cuando se invierte alude al ser humano que tiene sus pies en el cielo y no en la tierra: ha alcanzado el nivel espiritual más alto; por otra parte, también nos dice que los valores en la Tierra ya no son como eran pues son ahora las fuerzas y los espíritus de la naturaleza las que marcan el devenir de las cosas y no el hombre. El pentágono es una figura geométrica presente en  sistemas de creencias ancestrales, que lo utilizaban como amuleto de protección. Era un signo distintivo de los iniciados pitagóricos.

El pentágono invertido evoca, por otra parte, la figura del macho cabrío. Los templarios dieron a esta figura el nombre de Bafomet. También hace referencia al dios Pan, protector de la ganadería en la mitología griega, representado también en un canecillo de San Bartolomé de Ucero. 


Por todo ello, el cristianismo medieval asoció el pentágono invertido con el diablo en forma de macho cabrío y con los aquelarres.

El trazado de los pentágonos de San Bartolomé de Ucero dibujan hasta 10 corazones siguiendo criterios del sufismo musulmán y de la alquimia. Y finalmente, en el centro aparece un pentágono más pequeño. En el pentágono, las líneas que se cruzan formando esta figura geométrica siguen la relación áurea 1,618… o “número de Dios”.

Para los pitagóricos el 10 es el número perfecto, pues es la suma de los cuatro primeros números: 1+2+3+4 = 10. Representa el inicio y el fin de un proceso. Estos 4 primeros números contienen el secreto de la escala musical. Incluso Aristóteles decía que el 10 era “la naturaleza toda del número”.

Dispuestos los 10 puntos en un triángulo forman la tetraktys pitagórica “en la que se encuentra la fuente y la raíz de la eterna naturaleza” (texto pitagórico). “Bendícenos, número divino, tú que has engendrado a los dioses y a los hombres. Oh santa, santa Tetraktys,  tú que contienes la raíz y la fuente del flujo eterno de la creación” (texto pitagórico).



El pentágono de la zona sur visto desde el interior del templo

El número de 10 corazones nos lleva al misticismo sufí, que tuvo una gran fuerza en España gracias al sabio hispano-musulmán Ibn-al-Arabí (natural de Murcia, 1165-1240), calificado por algunos como “el más grande de los maestros”, para quien el corazón es el órgano del conocimiento, el que nos permite comprender los misterios divinos y acercarnos a Dios, la gnosis de Dios. Con el corazón “vemos” más allá de lo que percibimos con nuestros sentidos o con el conocimiento racional; en el corazón reside el conocimiento místico y esotérico que nos acerca a la divinidad. En el terreno del cristianismo, algunas corrientes de pensamiento medievales sostenían que el corazón simbolizaba al tabernáculo y también al Arca de la Alianza. En Egipto el corazón se representa como un triángulo invertido, como si fuera una copa, lo que nos evoca a la leyenda del Grial, que tanta fuerza cobró en la Edad Media.

El sufismo es una corriente del Islam con un gran contenido esotérico. Se basa en la experiencia de la intuición, y no en el conocimiento racional, como la forma de acceder al conocimiento del mundo espiritual, acercarse a Dios y lograr la santidad. Su objetivo es “purificar el corazón”, que es donde reside el espíritu, tal como explicó Mahoma: «en el ser humano hay un trozo de carne que si está sano, todo él está sano, y si está corrupto, todo él está corrupto, y ese órgano es el corazón». Un foco sufí muy poderoso se constituyó en al-Ándalus y el Magreb. El sufismo estuvo también muy extendido entre las órdenes de caballería musulmanas, que tanto tuvieron que ver con los templarios en Oriente Medio. La danza es una forma de acercarse a Dios: en este sentido, la danza de los derviches se encuadra dentro de este movimiento.

El misticismo sufí apunta a la religión egipcia, que da al corazón el poder de crear y a la lengua el poder de transmitir el pensamiento del corazón.  He aquí algunos textos egipcios sobre el tema:

-> «Cada palabra divina fue hecha realidad por el pensamiento del corazón y el mandamiento de la lengua.»

-> «Cuando los ojos ven, los oídos oyen y la nariz respira, se lo comunican al corazón. El corazón genera cada cosa y la lengua repite el pensamiento del corazón. Así fueron creados todos los dioses: incluso Atón y su Enéada.»

-> «Asi, el corazón y la lengua adquirieron predominio sobre todos los miembros, en tanto que él está en cada cuerpo y cada boca de todos los dioses, todos los hombres, todos los animales, todas las cosas que se arrastran y todo lo que vive, porque él piensa y ordena todo según su voluntad.»



El pentágono de la zona sur en una vista general desde el interior del templo

Los templarios en Oriente Medio se interesaron por los filósofos y sabios árabes, así como con los cabalistas judíos. Pero no hay que perder de vista que España (junto con el sur de Francia, entonces perteneciente a la Corona de Aragón) fue el territorio europeo donde se desarrolló el esoterismo musulmán y judío con más fuerza y donde contó con personajes más sabios y relevantes durante muchos siglos en toda el área cultural musulmana, tanto  de Oriente como del norte de África y Europa. Ya sólo nada más llegar a San Bartolomé llamará nuestra atención la influencia de los artistas musulmanes en las celosías en piedra de los óculos.

Como decimos, los templarios tomaron el tema del corazón (el pentágono de S.Bartolomé contiene 10 corazones) del misticismo sufí musulmán. Pero ya lo encontramos en Egipto. Fue el corazón de Ptah quien creó el mundo: “Cada palabra divina fue hecha realidad por el pensamiento del corazón y el mandamiento de la lengua. Cuando los ojos ven, los oídos oyen y la nariz respira, se lo comunican al corazón. El corazón genera cada cosa y la lengua repite el pensamiento. Así fueron creados todos los dioses: incluso Atón y su Enéada” 

El pentágono es asimismo un símbolo de la religión celta, que lo consideraban “el pie de la bruja” y tenía carácter divino. También era un amuleto de protección contra los demonios y para asegurar el feliz regreso a casa. Pero para encontrar los orígenes del uso religioso del pentágono hay que ir más lejos, a la Mesopotamia de hace 5 ó 6.000 años. Fue usado por los hebreos como símbolo de los 5 libros del Pentateuco y como sello de la ciudad de Jerusalén. En el cristianismo primitivo significaba las 5 heridas de Jesucristo y en los comienzos de la Edad Media se retomó como amuleto de protección contra el demonio.


El pentágono de la zona norte, en la capilla de la Virgen de la Salud

Cuenta la leyenda que el Cristo que actualmente está en la iglesia de Ucero fue quien indicó a los constructores de San Bartolomé de Ucero que colocasen el pentágono invertido porque ello protegería al templo del demonio. En efecto, el diablo vivía en una cueva cercana al edificio que se estaba levantando y por las noches, tomando la forma de una gran serpiente, destrozaba lo que se había construido durante el día.